Desde que escribí la última vez, ha pasado más que agua bajo es puente. Mi vida ha dado varios giros, ahora no sólo está Carlitos, sino que otra luz ilumina mi vida: Miranda. Ella es un encanto, bella como ninguna, loca como ella sola. Estamos en otra casa, esta vez la compramos y Cristián está estudiando en Santiago.
La experiencia crece, y eso no es que me esté poniendo más vieja, sino que uno aprende a vivir la vida de otra manera. Mis amigos siguen siendo los mismos, aunque ahora tengo otros nuevos.
Ahora como he vuelto, amigos lectores (si es que me queda alguno), me van a tener que leer todas las leseras que quiera escribir. Bueno, si quieren hacerlo, yo tengo toda la libertad del mundo para escribir lo que me de la gana.
Sigo siendo la misma, más regia, menos enojona, más enamorada. Me sigue gustando el sushi y eso que ustedes saben que me gusta.
Estoy muy buena para los trabajos manuales (esos también) relacionados con las artes.
Ya me dio lata, a ver que se me ocurre luego.